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Censura, expurgo y control en la biblioteca colonial neogranadina

Resumen

En esta obra se muestra la manera como funcionó el proceso de censura inquisitorial en los libros en la Nueva Granada, específicamente en las bibliotecas de Santafé. Aunque también se hace referencia a algunas censuras llevadas a cabo en las ciudades de Popayán y Cartagena, debido a la importancia de estas en la época. Este proceso se estudiará en uno de los ámbitos en donde el conocimiento podía hacer más daño por su difícil control: las bibliotecas privadas, con el fin de probar que la Inquisición utilizó la censura como forma de dominación cultural y social en el mundo colonial, para reproducir la mentalidad católica.

El libro está estructurado en tres capítulos. En el primero se analiza la censura como elemento positivo, esto es, con una función creadora que forjaba el espíritu de la sociedad colonial. El segundo trata sobre el carácter represivo de la censura y su papel en el control social y cultural. El capítulo final está dedicado al expurgo y sus distintas formas, es decir, al modo en que se censuraba.

Palabras clave: Libros prohibidos, censura, Colombia, Colonia, 1550-1810, Iglesia, Nueva Granada, biblioteca colonial.

Censorship, Expurgation, and the Control of Libraries in Colonial New Granada

Abstract

This work explains how inquisitorial censorship was exercised with respect to books in the Viceroyalty of New Granada, particularly in the libraries of Santafé de Bogotá. It also refers to censorship in Popayán and Cartagena, two other important colonial cities. Censorship is examined in its effect on private libraries, an environment where the spread of knowledge was difficult to control and therefore presented a great threat. This demonstrates that the Inquisition used censorship as a form of social and cultural control in the colonial world and to reproduce Catholic thinking.

The work has three chapters, in the first of which censorship is analyzed as a positive element with a creative function that deeply influenced the spirit of colonial society. The second chapter discusses the repressive nature of censorship and its role in social and cultural control. The final chapter describes how censorship and different forms of expurgation were carried out.

Keywords: Banned books, censorship, Colombia, colony, 1550-1810, church, New Granada, colonial library.

Citación sugerida:

Campillo Pardo, A. J. Censura, expurgo y control en la biblioteca colonial neogranadina. (2017). Bogotá: Editorial Universidad del Rosario.

DOI: dx.doi.org/10.12804/th9789587388244

 

Censura, expurgo y control
en la biblioteca colonial neogranadina

Alberto José Campillo Pardo

Campillo Pardo, Alberto José

Censura, expurgo y control en la biblioteca colonial neogranadina / Alberto José Campillo Pardo. -- Bogotá: Editorial Universidad del Rosario, 2017.

viii, 126 páginas -- (Colección Textos de Ciencias Humanas)

Incluye referencias bibliográficas.

ISBN: 978-958-738-822-0 (impreso)

ISBN: 978-958-738-823-7 (epub)

ISBN: 978-958-738-824-4 (pdf)

Libros prohibidos / Censura -- Colombia -- Colonia, 1550-1810 / Bibliotecas -- Colombia -- Colonia, 1550-1810 / I. Universidad del Rosario. Escuela de Ciencias Humanas / II. Título / III. Título paralelo / IV. Serie.

098.  SCDD 20

Catalogación en la fuente – Universidad del Rosario. Biblioteca

JDA  Febrero 2 de 2017

Hecho el depósito legal que marca el Decreto 460 de 1995

 

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Colección Textos de Ciencias Humanas

 

© Editorial Universidad del Rosario

© Universidad del Rosario, Escuela de Ciencias Humanas

© Alberto José Campillo Pardo

 

 

Editorial Universidad del Rosario

Carrera 7 No. 12B-41, of. 501 • Tel.: 2970200 Ext. 3114

Bogotá, Colombia

editorial.urosario.edu.co

Primera edición: Bogotá, D.C., marzo de 2017

 

ISBN: 978-958-738-822-0 (impreso)

ISBN: 978-958-738-823-7 (epub)

ISBN: 978-958-738-824-4 (pdf)

DOI: dx.doi.org/10.12804/th9789587388244

 

Coordinación editorial: Editorial Universidad del Rosario

Corrección de estilo: Daniela Echeverry

Diagramación: Martha Echeverry

Diseño de cubierta: Precolombi, David Reyes

Desarrollo ePub: Lápiz Blanco S.A.S.

 

Hecho en Colombia

Made in Colombia

 

 

Los conceptos y opiniones de esta obra son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no comprometen a la universidad ni sus políticas institucionales.

 

Fecha de evaluación: 18 de octubre de 2016

Fecha de aceptación: 26 de noviembre de 2016

 

Todos los derechos reservados. Esta obra no puede ser reproducida sin el permiso previo escrito de la Editorial Universidad del Rosario.

Autor

 

Alberto José Campillo Pardo

Politólogo de la Universidad del Rosario. Maestro en Historia de la Universidad de los Andes. Actualmente se desempeña como catedrático y editor de la Revista Rosarista Nova et Vetera de la Universidad del Rosario, en la cual ha publicado varios artículos. Dentro de sus publicaciones se destaca el capítulo “Funcionamiento del proceso inquisitorial en el Imperio Español”, que aparece en el libro Biblioteca Antigua: circulación y conocimiento, editado por la Universidad del Rosario (2015).

Introducción

La censura de la palabra escrita ha estado presente en todas las culturas a través de la historia de la humanidad, pues la palabra ejerce poder sobre la sociedad, al afectar el entorno en que se desarrolla.1 En este sentido, el establecimiento de un sistema de valores dentro de una sociedad hace de la censura un elemento necesario para la reproducción y el mantenimiento del mismo, lo cual permite dejar de lado, aunque no totalmente, la consideración de la censura como un elemento puramente represivo y prohibitivo, para darle una dimensión positiva, de creación. Para poder entender este proceso, es necesario preguntarse: ¿cuál era el fin de la censura? y ¿cuáles eran sus métodos?

Así pues, la presente investigación pretende mostrar cómo funcionó el proceso de censura inquisitorial en los libros en la Nueva Granada, específicamente en las bibliotecas de Santafé, aunque se hará referencia a algunas censuras llevadas a cabo en ciudades como Popayán y Cartagena, debido a su importancia en esta época. El ya mencionado proceso de censura se estudiará en uno de los ámbitos en donde esta podía hacer más daño por su difícil control: las bibliotecas privadas.2 Lo anterior se hace con el fin de probar que la Inquisición utilizó la censura como forma de dominación cultural y social en el mundo colonial para reproducir la mentalidad católica, es decir, lograr reproducir las relaciones simbólicas tradicionales de la sociedad cristiana.

Aunque es claro que el proceso de formación cultural de la Nueva Granada tiene un carácter complejo, que depende de diversos elementos y que, por ende, no se puede limitar solamente a la lectura y circulación de libros, es necesario reconocer que este último elemento es fundamental en la conformación de dicha cultura, pues da indicios del tipo de conocimientos y verdades que circulaban y eran aceptadas o rechazadas por la sociedad colonial neogranadina, lo cual permite entrever la cosmovisión de dicha sociedad.

Temporalmente hablando, el presente trabajo abarca un periodo de tiempo que en principio puede parecer demasiado amplio: del siglo XVI al siglo XVIII. Sin embargo, como se observará en el presente texto, la censura de libros fue un proceso que estuvo presente durante estos tres siglos, lo cual permite su estudio como un fenómeno transversal, de largo plazo, que sufrió algunas transformaciones con el tiempo pero que mantuvo su esencia a lo largo de estos siglos. Y aunque durante la primera mitad el siglo XIX la censura inquisitorial en libros siguió presente, sus dinámicas y temáticas presentan una ruptura fuerte con las de los siglos anteriores debido a los grandes cambios sociales y políticos de esa época, motivo por el cual no se tratará en esta investigación.

La afirmación de que la censura sirvió como herramienta para mantener una mentalidad católica en América parte de la base de que la cultura es “un patrón históricamente transmitido de significados encarnados en símbolos, un sistema de concepciones heredadas expresadas en formas simbólicas, mediante las cuales los hombres se comunican, perpetúan y desarrollan su conocimiento de la vida y sus actitudes hacia ella”.3 En este sentido, las relaciones simbólicas son el escenario de reproducción del orden social y cultural, convirtiéndose en creadoras de cultura, sobre todo si se tienen en cuenta que los libros son recopilaciones de las estructuras simbólicas en las que se concretan las cosmovisiones de una sociedad, es decir son herramientas de reproducción de las relaciones simbólicas de los grupos sociales. Así pues, la Inquisición ejercía un control, a través de la censura, para mantener la cultura cristiana, pues, como lo propone María José Vega, existía un discurso sobre la censura que

(…) (se) había justificado la necesidad de las instituciones censorias por entender que el Estado ha de asumir el deber de vigilar las costumbres y la moralidad de los ciudadanos: la censura cumpliría, por tanto, una función política necesaria (conscientias munire), que las leyes, por sí solas, no sabrían o no alcanzarían a cumplir.4

Sin embargo, esta censura no debe ser entendida simplemente como una relación de represión, que la limitaría a un ámbito puramente jurídico e insuficiente como herramienta de análisis, sino como una fuerza social que no solo prohíbe, sino que produce formas de conocimiento, discursos. En otras palabras, el control tiene una capacidad creadora, en nuestro caso, crea y reproduce el espíritu de la sociedad cristiana,5 lo que nos permite entenderlo como una red productiva que corre a través de toda la sociedad.

Esto es lo que hacía la Inquisición con el poder ejercido a través del control social de la censura, pues no buscaba solamente castigar a aquellos que iban en contravía de sus valores y doctrina, sino que buscaba construir una sociedad cristiana unificada política y culturalmente, a través de su principal objetivo: el retorno de la oveja descarriada al rebaño. Así pues, lo que la Inquisición buscaba con sus juicios era obtener una confesión y una retractación, que permitiese que el acusado se reintegrara a la comunidad eclesial tras el cumplimiento de una penitencia, y era solamente en caso de obstinación o reincidencia que este era entregado al brazo secular para recibir su castigo.

La censura estuvo presente durante todo el periodo colonial americano, es decir entre los siglos XVI y XIX, y tuvo una serie de cambios durante su existencia, los cuales se ven reflejados en las fuentes analizadas. Por ejemplo, dichos cambios son explicados muy bien por Sara Madrigal Castro en su artículo La censura de libros en la España moderna (1502-1805)”, en el cual plantea que este fenómeno tuvo cuatro grandes periodos.

En primer lugar, se encuentra el periodo que corresponde a lo que la autora llama los “primeros impulsos” de la censura (1502-1599), como fruto de la ya mencionada pragmática de los reyes católicos que le dio a la Corona, a través del Consejo Real, el privilegio de revisar y censurar cualquier libro con la ayuda de la Iglesia Católica, bajo la lógica de un Estado cuyo aglutinante era la religión católica. En este sentido, en “(…) esta actividad actuarían como delegados del Consejo: presidentes de audiencias (Valladolid, Ciudad Real), arzobispos (Sevilla, Toledo, Granada) u obispos (Salamanca, Burgos…)”,6 dando inicio a esta práctica que estuvo presente por más de tres siglos.

El segundo periodo definido por Madrigal corresponde al “desarrollo y plenitud” de la práctica de la censura (1599-1640), debido a que durante este lapso de tiempo se publicó la mayor cantidad de índices inquisitoriales y normas censoras, tanto en España como en el resto del mundo. En el caso español, este fenómeno se vio acrecentado con el beneplácito que dio Felipe II a la Inquisición para que tomara las riendas del proceso de censura y abriera tribunales en América, como ya se mencionó.7

En tercer lugar, la autora define un periodo entre 1640 y 1747 en el cual la maquinaria inquisitorial de censura llega a un punto de máxima expansión, lo cual implicó su sobreexplotación en el proceso de censura, que llevaría a que este comenzara a decaer hacia mediados del siglo XVIII. Este periodo de “decadencia”, como lo llama la autora, se caracterizó tanto por la baja expedición de normas censoras, comparada con el periodo anterior, como por grandes cambios estructurales y culturales, como el acenso de los borbones al trono español,8 pero asimismo se caracterizó por una gran presencia de obras censuradas debido a esa misma sobreexplotación.

Finalmente, Madrigal presenta un último periodo definido entre 1747 y 1805, el cual denomina “los últimos estertores” de la censura, que corresponde con la supresión de los tribunales americanos y la pérdida de poder de la Inquisición, por un cambio en la mentalidad de la Corona, y el arribo de nuevas ideas políticas y jurídicas.9 Este periodo se corresponde con una baja presencia de libros censurados a finales del siglo XVIII y principios del XIX.

Este análisis de Madrigal nos sirve como un punto de partida para entender los cambios en la censura durante el periodo de tiempo amplio que trabaja esta investigación y, aunque como toda temporalización está sujeta a algunas inconsistencias con hechos particulares, es valiosa en el sentido en que aporta herramientas de análisis para interpretar las fuentes estudiadas en esta investigación.

Así pues, hubo dos elementos principales que llevaron a que la Iglesia y, por ende, la Inquisición tomaran las medidas necesarias para considerar que la palabra escrita representaba una amenaza para el catolicismo y sus principios: la imprenta y la reforma protestante, que serán los elementos a trabajar en este texto, puesto que ayudan a responder las siguientes preguntas: ¿por qué censuraban los censores? y ¿cómo entendían su trabajo?

La imprenta ha sido uno de los inventos que más ha cambiado las dinámicas sociales en el mundo, pues permitió la transmisión de ideas, en medios duraderos, de forma masiva, de una manera que no se había logrado hasta ese momento. Lo anterior tiene dos implicaciones: la primera de ellas es que antes de la invención de la imprenta, y su importación a Occidente en el siglo XV, la censura no era una práctica muy común. Como afirma Guibovich,

En los tiempos medievales no existió una prohibición general que afectara a los libros. Dado que eran reproducidos manualmente el número de sus copias era muy reducido y su acceso estaba restringido a los letrados. Por estas razones la censura preventiva no fue necesaria sino hasta la invención de la imprenta.10

Lo anterior se daba porque antes de la imprenta los libros eran trabajos hechos a mano, normalmente en monasterios, por lo que su control se hacía precisamente sobre el momento de creación de las obras. Y aunque la Iglesia “ya había reclamado la misión de cuidar para que ninguna doctrina herética o falsa pudiera aceptarse dentro de la Cristiandad ni de palabra ni por escrito”,11 esta tarea era relativamente fácil antes de la invención de la imprenta, por lo cual logró el mantenimiento de la doctrina y la cosmovisión católica como mentalidad reinante en la Europa Occidental en los medios escritos.

Sin embargo, lo anterior cambió con la invención de la imprenta, puesto que esta permitió la difusión de ideas peligrosas de una forma difícil de controlar, lo que generaba el riesgo de “una proliferación textual incontrolable, el de un discurso sin orden ni límites. El exceso de los escritos, que multiplica los textos inútiles y sofoca el pensamiento bajo los discursos acumulados”,12 lo cual fue percibido por la Iglesia como una amenaza, pues por primera vez existió la posibilidad de que ideas contrarias a su doctrina se expandieran sin su control. En este sentido, surge un discurso que considera a los libros

(…) fuentes perennes, de las que manara siempre alguna infección o enfermedad, o como unas raíces profundas que produjeran un veneno perpetuo. Más aún, los herejes, según un pensamiento común en el siglo XVI, buscan la escritura y procuran dejar sus herejías en los libros para que lleguen a todas las naciones y se transmitan a quienes aún no han nacido.13

Debido a esta concepción, según la cual el lector de los libros prohibidos estaría en posesión de pensamientos malignos, contrarios a la fe y la doctrina católicas, el papa León X promulga la bula Inter Sollicitudines en 1515, en la cual establece la censura previa, es decir, que todo libro debía ser examinado por la Iglesia antes de su publicación, por las siguientes razones:

Realmente es posible obtener, sin ninguna dificultad, algún conocimiento con la lectura de libros. La habilidad de imprimir libros ha sido inventada, o más bien mejorada y perfeccionada, con la ayuda de Dios, especialmente en nuestra época. Sin lugar a dudas, este invento ha traído muchos beneficios a hombres y mujeres ya que, por muy bajo costo, es posible poseer una gran cantidad de libros. (…) Sin embargo, han llegado a nuestros oídos y a los de la Sede Apostólica, quejas de muchas personas. Esto debido a que algunos impresores han tenido audacia de imprimir y vender al público, de diferentes partes del mundo, libros, algunos traducidos al latín del griego, el hebreo, el arábigo y el caldeo, así como otros escritos directamente en latín o en lenguas vernáculas, que contienen errores opuestos a la fe, así como visiones perniciosas que son contrarias a la religión cristiana y que atentan contra la reputación de personas de rango prominente. Con esto los lectores no se edifican. Por el contrario, caen en graves errores no solo en materias de fe, sino en cuestiones morales y de la vida diaria, lo cual ha llevado, según la experiencia, a varios escándalos produciendo un miedo permanente a que se generen escándalos aún mayores.14

La cita anterior nos deja en claro varias cosas. En primer lugar, la Iglesia se sintió amenazada por la proliferación de ideas contrarias a su doctrina, pero, más aún, por el hecho de que estas ideas pudieran calar en la mentalidad de las personas que accedieran a ellas, produciendo “escándalos” que sería mejor evitar. Esto implicó que, más allá de la doctrina, la Iglesia temía un cambio en la forma de vivir de la gente, en donde se dejaran de lado las buenas costumbres, claramente cristianas, lo que llevaría, en el plano metafísico, a la perdición de las almas de aquellos influenciados por las ideas perniciosas y, en un plano terrenal, a la pérdida de poder por parte de la Iglesia misma.

Estos temores fueron justificados, pues la imprenta implicó una revolución cultural que cambiaría la forma de ver el mundo de la población europea. En este sentido, la censura tomó una nueva fuerza como herramienta para mantener el statu quo de la sociedad cristiana en los ámbitos social, familiar, político y religioso, en otras palabras, mantener una cosmovisión cristiana del mundo. Así pues, la Iglesia tuvo con la imprenta una relación dual: en primer lugar, apoyándola como un “don de Dios”, tal como lo afirma la bula Inter Sollicitudines, pero, paradójicamente, mirándola con recelo y controlando su funcionamiento.

En ese momento vuelve a tomar fuerza un término que había sido utilizado por la Iglesia en la lucha contra corrientes opuestas a ella: la herejía. Esta se entendía como un error en materia de fe, sostenido con pertinacia, y sirvió para definir a aquellos que se oponían o discutían la doctrina católica y hacerlos merecedores de la censura en sus producciones bibliográficas. Dicho resurgimiento se dio debido a que “con la invención de la imprenta de tipos móviles fue creciendo en forma constante la oposición contra las enseñanzas de la Iglesia y se produjo un aumento de la difusión de los llamados escritos herejes”,15 es decir, los textos que amenazaban a la Iglesia y su doctrina.

Los herejes se convirtieron entonces en el centro de la lucha de la Iglesia para mantener la pureza de su doctrina y de su cosmovisión, siendo la censura una de sus principales herramientas. Sin embargo, en el caso de estudio que nos compete, la Iglesia no estaba sola en esta tarea, pues la cosmovisión católica iba de la mano con los intereses políticos de la monarquía española, la cual veía el catolicismo como una herramienta que daba cohesión cultural y social dentro de su imperio.

La Inquisición fue una de las instituciones que mayor injerencia tuvo en la configuración de la sociedad en la Nueva Granada, debido a la importancia de la Iglesia en el ordenamiento social colonial. En primer lugar, la Iglesia existía como institución formal, representada en el clero, el cual tenía una posición social igual o más alta que la de la nobleza colonial y, por ende, era muy influyente. En segundo lugar, estaba la capacidad de la Iglesia de ordenar y dirigir la sociedad, pues ella era la sociedad misma, era ecclesia, comunidad.16

Bajo esta lógica, la Inquisición nace en el siglo XII y se consolida en el siglo XIII, cuando el Papa Gregorio IX funda formalmente un tribunal con el objetivo de derrotar las nacientes herejías en Europa, especialmente la cátara y la valdense, cuyo principal objetivo era la reconciliación del acusado con el dogma del cristianismo, y solamente llegaba a extremos de ejecución y tortura en casos en los que esta reconciliación no fuera posible. Así mismo, la Inquisición utilizaba los mismos métodos de investigación y condena que usaban los tribunales civiles que le eran contemporáneos. La diferencia entre procesos radicaba en el secreto que exigían los tribunales de la Inquisición, lo cual hizo que alrededor de estos se generara gran cantidad de mitos e historias, dándoles un aura de maldad y misterio.17

Esta institución perduró cerca de seis siglos, y, por ende, no se mantuvo estática en el tiempo. En este sentido, podemos reconocer en ella tres grandes periodos: en primer lugar, la Inquisición episcopal (siglo XII), que consistió en la creación de tribunales ad hoc