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De género y guerra: nuevos enfoques en los conflictos armados actuales. Tomo III. Estudios generales

 

Resumen

En un mundo cada vez más global y sistemáticamente fragmentado la guerra sigue generando víctimas. En esa realidad, hombres, mujeres y personas con identidades de género diversas han padecido los horrores de la lucha entre los seres humanos. Sin embargo, el sufrimiento de cada uno es diferente, precisamente, porque la mujer o las personas con una identidad de género diversa viven y sienten los conflictos de una forma distinta.

En este sentido, el propósito de esta obra es divulgar una serie de estudios y reflexiones sobre la guerra a partir de una perspectiva de género. El libro que usted tiene en sus manos, presenta los trabajos de diferentes académicos que desde sus respectivas áreas intentan abarcar no sólo cuestiones clásicas sino también reformular y afianzar algunos conceptos ya existentes.

Palabras clave: Conflicto armado, violencia de género, violencia contra las mujeres, víctimas de guerra.

 

On Gender and War: New Approaches to Current Armed Conflicts. Volume III: General Studies

 

Abstract

In an increasingly global and systematically fragmented world, war continues to generate victims. Thus, men, women, and others of different gender identities have suffered the horrors emanating from violent conflicts among human beings. Their forms of suffering vary, however, because women and people of other gender identities experience and suffer from these conflicts differently.

The goal of this work is to disseminate a series of studies and reflections on war from a gender perspective. It presents the work of different academic writers using the approaches and techniques of their own respective disciplines to take on classical questions as well as reformulate and delve deeper into some existing analyses.

Keywords: Armed conflict, gender violence, violence against women, war victims.

 

Citación sugerida

Canchari Canchari, Rocío Yudith; López Cárdenas, Carlos Mauricio y Rojas Díaz, Emilio Sánchez de (eds.). De género y guerra: nuevos enfoques en los conflictos armados actuales. Tomo III. Estudios generales. Bogotá: Editorial Universidad del Rosario, 2017.

DOI: doi.org/10.12804/tj9789587388930

 

 

De género y guerra

Nuevos enfoques en los conflictos armados actuales

 

 

Tomo III

Estudios generales

 

 

 

Carlos Mauricio López Cárdenas

Rocío Yudith Canchari Canchari

Emilio Sánchez de Rojas Díaz

–Editores académicos–

De género y guerra : nuevos enfoques en los conflictos armados actuales / Carlos Mauricio López Cárdenas, Rocío Yudith Canchari Canchari, Emilio Sánchez de Rojas Díaz, editores académicos. – Bogotá: Editorial Universidad del Rosario, 2017.

3 tomos. – (Colección Textos de Jurisprudencia)

Incluye referencias bibliográficas.

Tomo 1. Estudios sobre el conflicto armado colombiano. – Tomo 2. Estudios sobre experiencias Internacionales. – Tomo 3. Estudios generales.

 

Conflicto armado -- Colombia / Violencia con las mujeres -- Colombia / Víctimas de guerra – Colombia / I. Canchari Canchari, Rocío Yudith / II. López Cárdenas, Carlos Mauricio / III. De Rojas Díaz, Emilio Sánchez / IV. Universidad del Rosario. Facultad de Jurisprudencia.

 

303.66  SCDD 20

 

Catalogación en la fuente – Universidad del Rosario. Biblioteca

 

JDA mayo 9 de 2017

 

Hecho el depósito legal que marca el Decreto 460 de 1995

 

 

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Colección Textos de Jurisprudencia

 

©  Editorial Universidad del Rosario

©  Universidad del Rosario,
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©  Varios autores

 

 

 

Editorial Universidad del Rosario

Carrera 7 No. 12B-41, of. 501

Tel: 297 02 00, ext. 3114

editorial.urosario.edu.co

Primera edición: Bogotá D. C., junio de 2017

 

ISBN Obra Completa: 978-958-738-886-2

ISBN: 978-958-738-889-3 (impreso)

ISBN: 978-958-738-893-0 (ePub)

ISBN: 978-958-738-897-8 (pdf)

DOI: doi.org/10.12804/tj9789587388930

 

Coordinación editorial:
Editorial Universidad del Rosario

Corrección de estilo: Claudia Ríos

Diseño de cubierta: Nelson Rocha Sánchez

Diagramación: Precolombi EU-David Reyes

Desarrollo ePub: Lápiz Bllanco S.A.S.

 

Hecho en Colombia

Made in Colombia

 

 

Los conceptos y opiniones de esta obra son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no comprometen a la universidad ni sus políticas institucionales.

 

El contenido de este libro fue sometido al proceso de evaluación de pares, para garantizar los altos estándares académicos. Para conocer las políticas completas visitar: editorial.urosario.edu.co

 

Todos los derechos reservados. Esta obra no puede ser reproducida sin el permiso previo escrito de la Editorial Universidad del Rosario.

Presentación

 

 

 

 

 

Interrogarse por el género —por lo general— significa un refinamiento en el análisis que permite identificar hipótesis, marcos teóricos y conclusiones que van a cimentar un entendimiento más acertado del fenómeno estudiado. Ese interrogarse parte de una premisa básica: la demostración de que la categoría género es pertinente y que la misma no va a distorsionar la comprensión de la materia bajo cuestión. Es indispensable reconocer que el género es una categoría de análisis más de la que puede echar mano el académico, el experto en políticas públicas o el legislador, entre otros actores. Por esa razón, recurrir a su uso debe pasar por la demostración de que sus supuestos van a propender por un mejor entendimiento de la situación analizada y no a oscurecerla por medio de la utilización del sexo, la sexualidad y la identidad sexual. Siempre que se utilicen ésta u otras categorías es imperativo detenerse a identificar qué es lo que posiblemente estamos dejando de ver por fijar nuestra atención en lo que significa el género en cierto contexto.

Hombres y mujeres y personas con identidades sexuales diversas han ido, padecido y sobrevivido las guerras desde tiempos inmemoriales. Sin embargo, hasta hace muy poco nos hemos comenzando a preguntar si la comprensión, la regulación y la prevención de los conflictos armados deben pasar por una reflexión acerca del género. El cuestionamiento de dónde están y qué les pasa a las mujeres y los hombres en los escenarios de guerra y paz, qué papel juega nuestra sexualidad e identidad sexual en estos contextos y en qué medida influyen los conflictos armados en la determinación de las expectativas de lo que es lo femenino y lo masculino ha comenzado gradualmente a hacer parte integral de nuestra aproximación académica, jurídica, histórica y política a uno de los fenómenos más antiguos y persistentes de nuestra vida en sociedad.

Integrar en el estudio de la guerra la categoría género implica preguntarse por el papel que desempeñan el sexo, la sexualidad y las identidades sexuales en el escenario de los conflictos armados. Esta simple pregunta encarna un giro teórico que supone poner en el centro del debate al individuo y a la sociedad para complementar las nociones ortodoxas del ius in bello y el ius ad bellum. En ese sentido, se le da cabida a un análisis detallado de la configuración de las interacciones sociales alrededor de las nociones de lo que es ser hombre y mujer, heterosexual y homosexual y femenino y masculino, con el fin de determinar su impacto en el desenvolvimiento de las confrontaciones armadas.

Este libro, De género y guerra. Nuevos enfoques en los conflictos armados actuales, es una contribución significativa a la discusión de por qué razón es esencial tener en cuenta el género cuando se trata de comprender la guerra, su di­námica, regulación e impacto. La importancia de este trabajo radica en que ofrece argumentos serios desde distintos sectores, perspectivas y disciplinas que posibilitan y alimentan una reflexión sobre una tradición de pensamiento aún joven que en pocas décadas ha ido ganando solidez y generando conocimiento valioso que nos permite hoy comprender cómo la discriminación y diferencias de género se traducen, construyen y transforman en el escenario de los conflictos armados.

 

Lina María Céspedes Báez

Vicedecana - Facultad de Jurisprudencia

Universidad del Rosario

Bogotá D.C., 15 de abril de 2016

Capítulo 1
La guerra, una batalla que nos trastornó e invisibilizó (LGBT)

 

 

Diana Carolina Prado Mosquera

 

 

 

 

La delegación de la CIDH escuchó el relato de una joven afrodescendiente quien, después de decirle a su padre que era lesbiana a los once años de edad, fue violada durante catorce años por los amigos de su padre, a raíz de lo cual tuvo cinco hijos. Afirma que no le dieron información sobre servicios de salud o acceso a la justicia. Cuando logró escapar, fue violada varias veces por grupos armados ilegales, con frecuencia frente a sus parejas, para castigarla por su orientación sexual. En consecuencia, fue desplazada varias veces.1

 

Introducción

La violencia de género por identidad, expresión y orientación sexual es un reflejo de la continua violación a los principios de igualdad y no discriminación, es una afirmación de la limitación, eliminación, restricción y discriminación estructural e institucional de la que son víctimas, aunque no de manera exclusiva, las mujeres transgénero, lesbianas y bisexuales.2 Esta situación atenta directamente contra los derechos a la integridad física, psíquica y moral, a la igualdad y a la vida.

Como consecuencia directa de la discriminación y violencia estructural, histórica e institucionalizada de la que son víctimas estas mujeres, ellas son vistas y tratadas por la sociedad como ciudadanas de “segunda categoría” y son sujetos de múltiple discriminación; por ser mujeres, por su orientación sexual, por su identidad de género —en algunos casos hasta por su expresión de género—, por su situación socio económica3 y por ello la situación de estas mujeres debe analizarse desde la insterseccionalidad y no desde el esencialismo.4

El conflicto armado es una de las situaciones que saca la peor cara del ser humano, agudiza desigualdades y hace más fuerte la violencia histórica, estructural e institucional. La sociedad y el Estado han discriminado a mujeres lesbianas, mujeres bisexuales y mujeres trans en tiempos de paz, el actor armado creció en una sociedad hetero-cisgénero normativa, que discrimina a las personas por su orientación sexual e identidad y expresión de género y en ese sentido vale la pena preguntarse ¿cómo fue que lograron sobrevivir mujeres lesbianas, mujeres bisexuales y mujeres trans al conflicto armado?

A través de este capítulo, por medio de testimonios, se abordará la discriminación y violencia de género por identidad, expresión y orientación sexual de la que han sido víctimas estas mujeres en el marco de los conflictos armados en Iraq, Uganda y Colombia.

En ese sentido, en primer lugar, se describirán los conceptos básicos de identidad y expresión de género y orientación sexual, en segundo lugar, se analizarán los principios de igualdad y no discriminación, en tercer lugar las diferentes formas en las que la violencia y la discriminación estructural se han manifestado en el marco de los conflictos armados y finalmente se esbozaran las consideraciones finales.

 

1. Género, identidad, expresión y orientación sexual

Son muchas las situaciones a las que se enfrentan las mujeres lesbianas, bisexuales y transgénero diariamente, sobre todo porque viven en una sociedad que no las entiende. Nuestra sociedad tiene una fijación por poner etiquetas a todas las situaciones, especialmente cuando se trata de la sexualidad y la identidad, todas las personas desean ponerle nombre a la orientación sexual, a la identidad de género, saber el “qué”, el “quién” y el ”como”, en ese sentido por ello es necesario definir, no con el ánimo de etiquetar, sino con la finalidad de comprender las diferentes nociones que abordaremos en este capítulo.

Cuando nos referimos al género siempre lo pensamos en términos del sexo biológico, pero este concepto va mucho más allá, el género son las características sociales y culturales que se le atribuyen a hombres y mujeres, es lo que se espera socialmente del hombre y la mujer, es el surgimiento de relaciones jerárquicas entre hombres y mujeres, es la “repartición” de derechos y facultades que existen entre hombres y mujeres.5

La identidad de género es la vivencia interna que tiene cada persona, tal y como ella se siente y como se percibe, si bien es cierto puede coincidir con el sexo biológico, también puede ser el caso contrario e ir acompañada de elementos que se encarguen de reafirmar dicha identidad; ya sea el uso de prendas, el modo de hablar, la utilización de tratamientos médicos y cirugías, entre otras.6

La orientación sexual radica en esa atracción profunda, sexual, o de relación que podemos llegar a sentir por alguien, ya sea de nuestro mismo género o de un género distinto, o de varios géneros.7 Finalmente, la expresión de género es un poco más compleja, porque no hace parte de la atracción que como personas sentimos, sino que se trata de aquellas manifestaciones que, como ser humano tenemos, por ejemplo, el nombre, el pronombre, la ropa, el corte de pelo, el comportamiento o las características corporales.8

 

2. Principios de igualdad y no discriminación

Desde el surgimiento de la Declaración Universal de los Derechos Humanos –DUHD– así como de otra serie de instrumentos internacionales, los Estados a través del derecho internacional de los derechos humanos –DIDH– establecieron que los derechos humanos (DD. HH.) son interdependientes, complementarios y universales;9 de esta última característica es que emana la premisa del artículo primero de la DUHD “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”.10 Esta afirmación, que se encuentra casi en la totalidad de los instrumentos internacionales, tanto en los preámbulos como en la parte dispositiva, es la que da nacimiento a los principios de igualdad y no discriminación, los cuales, se entiende, deben ser aplicados a todos los seres humanos sin ningún tipo de distinción, restricción o exclusión, esto implica que nadie podrá ser discriminado por su origen étnico, social, económico, entre otros. Lamentablemente esta premisa dista de la realidad y algunos Estados incluso aún discriminan de jure a las personas.11

A causa de esa discriminación de jure o de facto existen diversas restricciones, discriminaciones y eliminaciones de derechos de diferentes personas y poblaciones que han sido históricamente discriminadas, por ejemplo, las mujeres, los pueblos indígenas las personas afrodescendientes, entre otros. Por ello, la comunidad internacional creó tratados sectoriales con el fin de proteger a estas personas en el sistema jurídico internacional. Pese a los grandes avances que se han hecho en el sistema internacional desde 1994 en el caso Toonen c. Australia ante el Comité de Derechos Humanos –CDH–12 las personas LGBT aún no cuentan con un tratado sectorial que las proteja, pero sí existen distintas iniciativas y avances que promueven y garantizan el respeto por sus DD. HH.13

Es cierto que el sistema jurídico internacional ab inicio solamente establecía que se debía entender por discriminación y categorías discriminatorias todo tipo de:

 

[…] distinción, exclusión, restricción o preferencia que se base en determinados motivos, como la raza, el color, el sexo, el idioma, la religión, la opinión política o de otra índole, el origen nacional o social, la posición económica, el nacimiento o cualquier otra condición social, y que tenga por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio en condiciones de igualdad, de los derechos humanos y libertades fundamentales de todas las personas.14

 

Como se puede analizar de la anterior Observación General del CDH, las categorías discriminatorias por identidad de género, expresión de género y orientación sexual no fueron incluidas. Y lo mismo ocurrió con otros tratados, pactos y convenciones de la época, v.gr: la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial, la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.

Precisamente la falta de inclusión de la orientación sexual, identidad de género y expresión de género y hasta algún punto también las características sexuales fue lo que llevó a que en 2006 29 expertos en la materia se reunieran y elaboraran lo que hoy se conoce como la carta de navegación en materia de DD.HH. de las personas LGBT, los Principios de Yogyakarta –PY– los cuales contemplaron en el principio segundo la discriminación por identidad de género y por orientación sexual.15 Pese a ser un gran avance en el derecho internacional público –DIP–, estos principios hacen parte del soft law.16

En este mismo sentido el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales hizo uso de su facultad interpretativa y en 2009 amplió el concepto de discriminación que había establecido el CDH y señaló que en la expresión en cualquier otra condición social debería también incluirse la discriminación por orientación sexual y por identidad de género, y reconoció que las personas LGBTI son más propensas a que se les violenten sus derechos humanos.17

Pero no fue hasta 2013 cuando se creó la Convención Interamericana contra todas las formas de Discriminación e Intolerancia,18 el primer instrumento jurídico vinculante el cual incluye dentro de sus categorías de discriminación la identidad de género, la orientación sexual y además la expresión de género, concepto que no tenían los PY. Finalmente habría que agregar que en 2016, y después de una lucha de casi una década por parte de sociedad civil, se creó mediante resolución, en el seno del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas el cargo de Experto Independiente para la protección en contra de la violencia y discriminación basadas en la orientación sexual e identidad de género.19 La creación de este procedimiento especial será una herramienta valiosa para abordar las diferentes causas históricas de discriminación basadas en orientación sexual e identidad de género, entre otras.

La discriminación tiene consecuencias nefastas, entre ellas se destacan la negación y eliminación de derechos de las personas. Estas situaciones se fundamentan en varios estereotipos creados por la sociedad, para el caso en ­concreto es porque hay una “tendencia, en el sistema occidental contemporáneo referente al sexo género, de considerar las relaciones heterosexuales la norma y todas las otras formas de conducta sexual, como desviaciones de esa norma”,20 es decir, se ve como heteronormativo, en otras ocasiones es porque la sociedad se niega a aceptar que puedan existir personas con una identidad de género diferente al sexo que les asignaron al nacer y en otras simplemente es ignorancia y desconocimiento.

Dentro de las violaciones más frecuentes se encuentran las del derecho a la vida; más del 80 por ciento de las mujeres transgénero muere antes de los 35 años,21 violaciones al derecho a la integridad personal, como fue el caso de una mujer transgénero que perteneció a la ONG Cattrachas, a quien obligaron a subir al automóvil de la Policía para que prestara servicios sexuales, ella se negó y la Policía atentó contra su integridad física y la apuñaló;22 violaciones a la libertad personal, como fue el caso de Elita, una joven lesbiana nigeriana sentenciada a catorce años de prisión y a quien sus vecinos le incineraron a su pareja,23 todo esto por transgredir esa heterosexualidad e identidad institucionalizada.

Aunado a lo anterior, las sexualidades se exponen a la pena de muerte en cinco países y a la criminalización de su amor en 72 países,24 todo ello por retar al sistema patriarcal-hetero-normativo.

Una de las consecuencias directas de esta discriminación —de jure o de facto— es la invisibilización o marginación de las personas LGBTI, la cual se materializa en carencia de registros que den cuenta de la situación que estas personas vivencian, la omisión de creación de medidas de política pública que las protejan y el deterioro de un legislador que solo crea leyes para restringir derechos. A raíz de esta marginalización y restricción de derechos se producen actos de violencia que incluyen los crímenes de odio como la transfobia, la lesbofobia y la bifobia.

Toda esta situación va de la mano con el pensamiento de una sociedad que, aunque parece que cada vez avanza más en garantías de derechos, en algunos países se queda atrás. Por ejemplo, hasta 1989 la Organización Mundial de la Salud –OMS– consideraba que la ‘homosexualidad’ era una enfermedad psiquiátrica, que tenía una cura y que se podía tratar, para lo cual utilizaban diferentes tipos de medidas con el fin de eliminar dicha enfermedad. Entre estos tratamientos se destacaban las terapias de descargas eléctricas, pastillas inhibidoras del apetito sexual o la conocida terapia de “la naranja mecánica” —que buscaba que el “enfermo” asociara la conducta homosexual con algo negativo—, la cirugía cerebral que buscaba eliminar el apetito sexual25 y la violencia sexual, también conocida como “violencia correctiva”.26 Aun cuando el homosexualismo fue excluido de la lista de enfermedades mentales, actualmente en países como Ecuador existen clínicas de “deshomosexualización” en que “el primer mes algunas mujeres son sometidas a encierros en cuartos oscuros donde a duras penas tienen acceso a alimentos. Sus necesidades biológicas las realizan en el mismo sitio […]”.27

A pesar de los avances existentes en temas de orientación sexual, no ocurre lo mismo cuando de identidad de género se trata; desafortunadamente el ser una persona transgénero aún es considerado una enfermedad mental, la disforia de género, lo cual acarrea graves consecuencias para esta población en el mundo, por ejemplo, más de 25 países en Europa obligan a que las personas trans sean esterilizadas antes de poder reconocer su identidad de género.28 En otros países que carecen de una ley de identidad de género se obliga a que las personas declaren que tienen disforia de género para de esta manera lograr acceder a la cirugía de reafirmación de género,29 esto implica que, para poder ser quienes desean ser deben declararse personas enfermas mentales y solo así podrán obtener un reconocimiento jurídico por parte del sistema cisgénero normativo. Finalmente, al tra(n)sgredir la norma desde el cuerpo, la violencia sexual aparece, de una manera mucho más cruda y cruel:

 

[…] Sobre Micaela, mujer trans de Tumaco, tuvo lugar otro hecho de tortura y sevicia realizado por los paramilitares: el empalamiento o la introducción de objetos en la vagina y el ano. Micaela “una persona muy trabajadora” vendía lotería y vivía en las afueras de este municipio: ella prácticamente fue una muerte brutal, demasiado brutal, violarla, después de violarla, con cortaúñas cortarle los dedos, pedacito a pedacito, y luego de ahí meterle un plátano popocho de esos gruesos por el ano y luego agarrarlo y aplastarle la cabeza […].30

 

3. Violencia sexual, género y conflicto armado

 

La violencia motivada por la homofobia y la transfobia suele ser especialmente brutal y en algunos casos se caracteriza por niveles de crueldad superiores a los de otros delitos motivados por prejuicios. Los actos violentos incluyen acuchillamientos, la violación anal y la mutilación genital, así como lapidación y el desmembramiento.31

 

La historia de la violencia de género ha demostrado que las relaciones abusivas de poder son posibles, y en algunas ocasiones éstas han sido acompañadas de las armas, de la limpieza social y de una sociedad permisiva frente a este tipo de violencia.

La violencia de género viene desde los principios de la humanidad, ya sea porque se da en la intimidad del hogar, porque se expresa en público, o porque se hace uso de ella en tiempos de guerra. Este tipo de violencia no es exclusiva de las mujeres, aunque cuando se trata de ellas verdaderamente es mucho más sanguinaria,32 de igual manera ésta también puede aplicarse a hombres, sin importar su orientación sexual o identidad de género. Distintas causas agravan la violencia de género, como lo son la situación económica, la orientación sexual, la identidad de género, la étnica, entre otros, pero también hay una violencia que viene acompañada de la de género y es la violencia estructural, que se basa en esos patrones que generan discriminación múltiple; pobreza, exclusión social, racismo, inequidad —la interseccionalidad—que siempre está invisibilizada y normalizada, todo para perpetuar y promover las relaciones desiguales entre géneros, de demostrar que esta persona tiene el control y que él, ella o le33 les pertenece, que hay que disciplinarla, que hay que corregirla, que hay que excluirla.34

Por otro lado, está ese concepto de violencia que dependerá siempre de los contextos culturales y sociales en los que nos encontremos, pero que siempre será física, sicológica o sexual, esto quiere decir que no solo se basa en la violencia física que deja secuelas, sino también en apodos, en la forma en que se le habla a la persona, cómo se la valora, en humillaciones y35 violaciones, entre otras. Aunado a esto, para algunas personas la violencia en ocasiones diversas es justificada, por ejemplo, en el caso del uso de la fuerza por parte de las fuerzas militares y de policía, pero también cuando hablamos de mujeres transgénero y mujeres lesbianas, la violencia a la que se enfrentan diariamente es estructural e institucional, es una violencia invisible, es lo que algunas personas denominarían “normal”, nadie habla de ella, pero ocurre todos los días.

La mujer transgénero tiene una lucha continua por ser percibida como una mujer, pero en muchas sociedades esto no es comprendido y tampoco es aceptado, en otras situaciones la sociedad manifiesta que las lesbianas y en algunos casos las mujeres bisexuales no pueden ser consideradas mujeres, toda vez que pierden la esencia de ser mujer “reproducirse, ser madre, ser heterosexual”, es decir, algunas sociedades no contemplan un mundo por fuera de la estructura patriarcal-hetero-cisgénero normativa. Como consecuencia de lo anterior, día a día estas mujeres, aunque de manera invisible, son víctimas de violencia sexual.

Aun cuando los actos de violencia de género están prohibidos, las cifras demuestran que su prohibición no es suficiente, según la Oficina de Naciones Unidas para las Mujeres –ONU Mujeres– una de cada tres mujeres en el mundo es o ha sido víctima de violencia sexual,36 esta cifra es posible porque la mujer está expuesta en cualquier lugar a este tipo de actos, ya sea en el hogar, en la escuela, en el médico, en el trabajo, en el campo, en la ciudad o en los espacios públicos. La violencia de género y la sexual pueden darse en cualquier lugar y, si hablamos de violencia estructural, dependiendo del origen étnico, social, económico, identidad de género y orientación sexual, ésta es considerada más o menos reprochable para la sociedad.

Según cifras de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos –CIDH–, entre el 1° de enero de 2013 y el 31 de marzo de 2014 en las Américas 282 personas trans o percibidas como tales fueron asesinadas,37 y en 62 países entre 2008 y 2014, 1700 personas trans fueron asesinadas, esto quiere decir dos personas por día;38 55 actos de violencia fueron perpetrados contra mujeres lesbianas.39 Hay que aclarar que a causa de la violencia institucional de la que son víctimas estas personas existe un subregistro, toda vez que muchos Estados no cuentan con una variable de identidad y expresión de género y orientación sexual en sus bases de datos.40

La sociedad comprende que la violencia es un problema que ha evolucionado y que en diversos casos algunas personas encuentran “justificada” y, en otros, es condenada, siempre dependerá de la víctima y del victimario y de qué defina la sociedad como justo o correcto. Por ello es válido afirmar que en muchas ocasiones en el caso de mujeres transgénero, bisexuales y lesbianas la sociedad cree que la violencia contra ellas no es reprochable y, por el contrario, la justifica, según señaló el Relator Especial sobre la Tortura y los Tratos Crueles, Inhumanos o Degradantes, señor Juan E. Méndez, cuando se trata de discriminación por orientación sexual o identidad de género ésta puede ser mucho más cruel, toda vez que en muchas ocasiones se deshumaniza a la víctima lo que da paso a torturas y tratos crueles.41

Las personas LGBTI son discriminadas desde el momento en que su orientación sexual o identidad de género o características sexuales quedan expuestas, en algunos casos son expulsadas de las escuelas, desterradas de sus hogares, discriminadas en el trabajo, mutiladas, limitadas a realizar cierto tipo de actividad y este es un ciclo que puede repetirse en una sola persona y no de manera aislada, lo cual las deja en una situación de extrema vulnerabilidad, pero que atiende directamente a la violencia y discriminación estructural e institucional de la que son víctimas.

 

4. Manifestaciones de la violencia y discriminación estructural en el marco de los conflictos armados

La violencia de género se da en diferentes contextos, la guerra es uno de ellos, y una de las formas de ejercicio de esa violencia es a través de la violencia sexual en el marco del conflicto armado donde el actor armado busca, entre otros “[…] aterrorizar a la población, causar rupturas en las familias, destruir a las comunidades y, en algunos casos, cambiar la composición étnica de la siguiente generación. A veces se utiliza también para infectar deliberadamente a las mujeres por VIH o causar la infecundidad entre las mujeres de la comunidad que se pretende destruir”.42 Ninguna mujer está exenta del ejercicio de esas relaciones abusivas de poder, de hecho, los estereotipos, el prejuicio, el sometimiento o la negación hacen que la violencia sexual cada día sea más utilizada como un instrumento de guerra.

Mujeres lesbianas, bisexuales y transgénero son sometidas a la violencia sexual por los actores armados estatales y no estatales, con la única diferencia de que el victimario no busca violentar a la mujer por el significado simbólico que ella tiene dentro de la comunidad, ni para demostrarle a los hombres su incapacidad de defenderla. En este caso la violencia sexual es utilizada para socavar la dignidad, para “curar” la orientación sexual, eliminar la identidad y expresión de género, para que cumplan con el estricto código de comportamiento, para que se adapten y adecuen nuevamente a las “normas de género”, para excluirlas de ese nuevo proyecto de nación por el que lucha el actor armado. Esto atiende a dos razones, el actor armado es producto de la sociedad donde creció, una sociedad patrical hetero-cisgénero normativa que aplica la violencia y discriminación estructural en contra de lesbianas, mujeres bisexuales y mujeres transgénero; por otra parte, porque el actor armado piensa que las orientaciones sexuales y las identidades de género periféricas son enfermedades y que ellos están dispuestos a cooperar en su eliminación, le están haciendo un favor a la sociedad.

Cuando se trata de mujeres lesbianas, se busca castigarlas por desafiar los roles de género y a las mujeres transgénero, por tra(n)stornar el sistema, por tener un performance de género femenino en un cuerpo masculino43 “cuando fui reclutada, traté de ocultar lo que más pude mi orientación sexual, porque de las cosas que se empezaban a escuchar es que tanto la guerrilla como los paramilitares hacían en los municipios ‘limpieza’. No podía haber drogadictos ni narcotraficantes, y a eso le sumaban los maricas”.44

Sobre este tema en particular el Secretario General de Naciones Unidas, en su informe sobre conflicto y violencia sexual de 2014, señaló que la violencia sexual por identidad de género y orientación sexual es utilizada por los actores armados como un método de limpieza social y que además causa desplazamientos.45 En ese sentido, la limpieza social hace parte de la violencia y discriminación estructural de la que es víctima esta población y que viene desde antes de iniciar el conflicto, pero que se agudiza en tiempos de guerra; la limpieza social debe ser entendida como:

 

Un fenómeno fundamentalmente urbano dirigido contra un espectro específico de personas que tienen en común pertenecer a sectores sociales marginados y asumir comportamientos rechazados y considerados como peligrosos por los agresores. En efecto, sus víctimas han sido en lo fundamental delincuentes, recicladores, jóvenes y niños de la calle, homosexuales, prostitutas e indigentes, todos ellos caracterizados por sus victimarios como “elementos no aptos para convivir en sociedad”.46

 

A esto habría que agregarle que no es un fenómeno fundamentalmente urbano, sino que se extiende a todos los espacios y que, a pesar de su definición, formar parte de la violencia física en casos de mujeres trans y lesbianas también es sexual.

En el marco de la limpieza social en el conflicto armado contra mujeres lesbianas y trans, muchos son los actos cometidos que buscan violar a la mujer lesbiana mediante la penetración con el fin de guiar al cuerpo de esa mujer a una heterosexualidad forzosa y de castigar a la mujer transgénero por “retar” al sistema cisgénero normativo. Estas mujeres se enfrentan a diferentes tipos de discriminación y acarrean las dificultades per sé que implican ser mujer, pero también las más fuertes consecuencias de serlo. Una mujer lesbiana, bisexual o transgénero se enfrenta en un conflicto armado a la discriminación, lesbofobia, bifobia, transfobia, carencia y desconocimiento de las identidades propias, violaciones “correctivas”, abuso sexual, explotación sexual, matrimonios “correctivos” forzados, persecución sistemática y generalizada, violencia doméstica, detenciones arbitrarias, tráfico de mujeres, esterilizaciones forzadas, empalamientos, entre otros.47

Para poder observar las diversas situaciones a las que han sido sometidas las mujeres lesbianas y transgénero en el marco del conflicto es necesario abordarlas a través de testimonios que dan fe de las anteriores afirmaciones. Por ejemplo, Leyla, una mujer lesbiana en Iraq, relata que:

 

En 2008 cuando iba camino al trabajo, mis compañeros de trabajo sabían que yo era lesbiana y que tenía una relación con una mujer, después unos hombres pertenecientes al grupo paramilitar llamado Mahdi Army me secuestraron. En el transcurso de una semana, en un lugar lleno de sangre, estos hombres me torturaron a mí y a otras mujeres lesbianas y a hombres gays. Cuando finalmente fui liberada, me hicieron firmar un papel que decía que no volvería a tener sexo que no fuera aprobado por el Islam.48

 

La situación que expone Leyla es uno de los tantos casos que existen, donde la discriminación por orientación sexual no solo se basa en el perjuicio de la sociedad, sino que cuenta con un componente adicional, la religión. Los actores armados no estatales tienen códigos de conducta estrictos, que en ocasiones diversas reproducen de manera radical la sociedad de donde ellos vienen, es decir, una sociedad con heteronormas, donde no hay lugar para orientaciones diversas a esa heterosexualidad forzosa que se nos impone, donde no existen identidades de género diversas y donde prima la sociedad patriarcal que reproduce los patrones de género. Además de contar con estos estrictos códigos de conducta que no dan lugar a comportamientos “inmorales”, también muchos de estos grupos cuentan con los valores de diferentes religiones; recordemos que muchos de los conflictos por fuera de América Latina tienen o tuvieron un fuerte componente religioso.

La violencia sexual ejercida en contra de mujeres transgénero en el marco de los conflictos armados está muy poco documentada, primero, porque hace parte de la discriminación y violencia estructural e institucional a la que ellas han sido sometidas desde antes del conflicto, segundo, porque existe un sub registro por falta de una variable que identifique esta situación, tercero, porque la mujer transgénero muchas veces ve como normal este tipo de situaciones y como consecuencia de lo anterior muchas no denuncian este tipo de crímenes y, cuarto, porque algunas, para poder sobrevivir al conflicto armado tuvieron que esconder su identidad de género; en muchos lugares tener el pelo largo, utilizar vestimentas femeninas y joyas se convierte en una amenaza directa contra su integridad personal y su vida.49 Esto quiere decir que no solamente se ejerce violencia contra la mujer transgénero por su identidad de género, sino contra personas por su expresión de género.

En algunos casos, incluso la violencia contra mujeres transgénero, lesbianas y bisexuales se convierte en un statement político, por ejemplo, cuando la sociedad ha perdido el temor al grupo armado, el actor realiza campañas para reconstruir el miedo y utilizan a los sujetos más vulnerables de la sociedad, o a esos ciudadanos de “segunda categoría”, quienes no tuvieron derechos en tiempos de paz y menos en tiempos de guerra, las personas LGBT. El siguiente relato confirma lo anteriormente expresado:

 

[…] His message was clear; the militia is back, its involuntary truancy led to burgeoning moral lapses, and its renewed services are needed to reinstitute a moral rigor the state cannot supply. Cleansing Iraq of people few would care openly to defend gives the militia a revitalized sheen of incontrovertibly urgent purpose. “Now they are done with the Sunni and Shi’a thing”, “Hussein says of the al-Sadr forces”. So they have a new thing, that’s the gay thing... They have found someone new to kill.50

 

Por otra parte, existen países como Colombia, donde el actor armado ha hecho uso de panfletos intimidatorios con el fin de amenazar a las lesbianas y mujeres transgénero, aquellas que deciden cumplir con la advertencia del panfleto terminan desplazadas y se ven en la obligación de reconstruir sus vidas en otros lugares, pero quienes no lo hacen terminan muchas veces asesinadas por los actores armados, muchas de estas situaciones se constituyen en asesinatos selectivos:51

 

[…] Vamos a organizar la cochera porque está revuelta, vamos a matar a maricas, lesbianas, a ladrones, a expendedores de vicio, a chirretes, a las putas, a los que lleguen después de la madrugada […] porque los niños juiciosos se acuestan a dormir temprano a los demás los acostamos.52

 

A propósito de este testimonio, Colombia es uno de los países con conflicto armado que cuenta con avances positivos en el registro de personas LGBT víctimas del conflicto, por ejemplo, la Ley 1448 de 2011, también conocida como Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, contempla en su artículo 13º el uso del enfoque diferencial, lo que permite que esta ley sea también aplicada a las personas LGBT, que cuente con un método de análisis y una guía de acción para estas personas, que reconozca la discriminación de la que han sido víctimas estas personas y que por ende se apliquen medidas especiales. También habría que agregar que en el acuerdo final de paz pactado entre el Gobierno de Colombia y el grupo de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia –FARC– la población LGBTI es reconocida como víctimas del conflicto, al igual que como sujeto importante de una paz estable y duradera.53

Asimismo, este país se destaca porque cuenta con registros, aunque precarios, que dan fe de algunas situaciones vivenciadas por personas LGBTI, así como con la elaboración de varios informes, ya sea desde la sociedad civil organizada, el Gobierno nacional o el Estado colombiano sobre la situación particular que enfrentaron las personas LGBT en el marco del conflicto armado. Desafortunadamente el registro no es suficiente en comparación con lo que padeció esta población durante más de 50 años de conflicto armado, por un lado, porque se trata de una violencia estructural, que en ocasiones se naturaliza y por ello la víctima la entiende como lo que debe ser y no denuncia y, por otro lado, porque siempre han sido consideradas ciudadanas de “segunda categoríaque “tales vidas nunca se considerarán vividas ni perdidas en el sentido de ambas palabras”.54

Finalmente, el actor armado, como cualquier persona, es un sujeto con orientación sexual e identidad de género, y muchas veces también rompe con ese sistema heteronormativo y cisgénero, pero, precisamente por ser actores armados piensan que sus relaciones, en algunos casos homoeróticas, también deben permanecer en la clandestinidad, y por el temor a que esto se sepa prefieren eliminarlas:

 

Cuando llegaron ellos, a las trans les pegaban unas matadas brutales y las violaban, a las lesbianas también las violaban horrible, y a los homosexuales, a los gays que trabajaban en las peluquerías, había dos peluquerías: una era de una señora y la otra era de homosexuales, entonces utilizaban una táctica muy extraña y era, por ejemplo, los mismos paracos y los mismos del Ejercito iban a los putiaderos y a las peluquerías a tener sexo con los gays y a los ocho días los descuartizaban, los empalaban, una vaina brutal.55

 

Cada uno de los testimonios que hemos leído dan fe de la situación de violencia sexual que estas mujeres vivenciaron. En ese mismo sentido vale la pena preguntarse ¿de qué otra manera la discriminación contra estas mujeres se materializa en el marco de los conflictos armados? Como bien se pudo observar, muchas de estas mujeres terminan siendo desplazadas buscando huir de la guerra y de los actores armados que amenazan con acabar con sus vidas solo porque se salen de esos estándares impuestos por la sociedad o porque ellos no están dispuestos a construir su nuevo proyecto de nación con estas personas. Por ello la necesidad de buscar refugio es imperante, ya sea ir a otra aldea, buscar un campamento para refugiados o un lugar seguro que las proteja de ese conflicto y que les permita rehacer su proyecto de vida.

Lamentablemente para mujeres transgénero y lesbianas en ciertos países la posibilidad de acceder a un campamento de refugiados se evapora, tal es el caso de mujeres lesbianas y trans que huyen de un conflicto armado y el campamento más cercano que encuentran para refugiarse está en uno de los 72 países que prohíben las relaciones entre personas del mismo sexo. Tal es la situación de las personas que van de Uganda a Kenia, toda vez que en los últimos años Kenia ha expedido leyes severas en contra de las personas LGBTI, y en ese sentido a muchas de las mujeres lesbianas y transgénero que llegaron a campamentos de refugiados en este país se les negó el acceso al campamento, en términos de una funcionaria de la Oficina de las Naciones Unidas para los Refugiados “ las personas LGBT en Kenia tienen muy pocas opciones, salvo callar su identidad mientras esperan por asilo, o enfrentar las consecuencias”.56

Aunado a lo anterior, en estos campamentos son atacadas por los mismos refugiados por su identidad y expresión de género y orientación sexual. También señalan que no hay ningún tipo de protección de parte del personal de Naciones Unidas y que la Policía constantemente amenaza con hacer uso de la ley que criminaliza las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo.57

Por otra parte, diferentes organismos se encargan de proveer refugio en tiempos de un conflicto armado y para ello a través de los años crearon medidas diversas para establecer un orden en estos campamentos y lograr que la convivencia sea lo más pacífica posible, desde el uso de duchas, la utilización de los dormitorios y la alimentación, sobre este último aspecto es que nos detendremos a analizar las situaciones que vivencian las personas LGBT.

En temas de distribución de alimentos, quienes están en la obligación de realizar las filas para obtener la comida para la familia son las mujeres; según análisis diversos las mujeres tienen una manera más equitativa de repartir los alimentos, lamentablemente muchas veces las mujeres transgénero y las lesbianas quedan excluidas de esta situación, primero, porque a causa de esa discriminación a priori de la que eran víctimas muchas huyeron de sus familias, y por consiguiente no tienen un grupo familiar, pero, por otra parte porque en mujeres transgénero se presentan dos situaciones: por un lado, una mujer transgénero heterosexual que tiene su pareja implica que su familia no recibirá raciones alimentarias toda vez que para quienes reparten los alimentos la mujer transgénero es reconocida como hombre por el sexo que le asignaron al nacer, por otro lado, aún si la mujer transgénero no tiene familia tampoco podrá recibir alimentos, toda vez que las políticas son estrictas y definen a la mujer por el sexo y no por la identidad de género.58

Hasta este punto llega realmente la discriminación estructural e institucionalizada contra la población LGBT en el marco de un conflicto armado. La naturaleza de la ayuda humanitaria se basa en brindar auxilio a las personas más necesitadas, por ello los adultos mayores, las mujeres y los niños, niñas y adolescentes son los primeros a quienes se les brinda ayuda, pero nuevamente las lesbianas y las personas transgénero vuelven a estar excluidas e invisibilizadas, aun cuando ellas han sido víctimas de exclusión desde el principio.

Por otra parte, una situación adicional a la que se enfrentan estas personas al momento de encontrar un campamento para refugiados que esté dispuesto a aceptarlas es la convivencia dentro del campamento, toda vez que existen campamentos para hombres y para mujeres que atienden precisamente a esa estructura binaria normativa, que desconoce las identidades de género y que carece de un enfoque diferencial. En ese sentido la mujer trans se ve obligada a ir a un campamento de hombres por el sexo que le asignaron al nacer, allí comparte el mismo techo y baño con los hombres,59 lo cual implica que las miradas de algunos se posaran en ella y allí se convierte en un objeto de deseo para algunos hombres, que no buscan brindar amor, sino simplemente satisfacer el deseo sexual y en otros casos causa repudio por lo cual esos hombres trataran de eliminar la identidad de género transgresora del sistema cisgénero normativo.

 

Conclusiones

A través de este capítulo se pudieron observar algunas de las situaciones —de manera enunciativa y no exhaustiva— de las que las mujeres transgénero y lesbianas, e incluso el sector social LGBT, enfrentan en el marco de un conflicto armado.

La violencia de género que se traduce en violencia sexual, violaciones a la integridad física, psíquica y moral, violación al derecho a la vida, a la libertad de circulación y residencia, negación de las identidades propias y de la orientación sexual, está marcada por una clara discriminación y violencia estructural. En ese sentido, lo que nos demuestran los diversos relatos de los que han sido víctimas éstas personas es que mujeres transgénero y lesbianas se enfrentan a “una cultura que parece arreglárselas siempre y de todas maneras para aniquilar lo ´anómalo´, lo ‘anticonvencional’ (queer)”,60 una cultura que además considera muchas veces que estas personas están enfermas y que necesitan una cura.

Por otra parte, muchas de estas personas son víctimas de abandono, las redes de apoyo desaparecen, sus personas allegadas en algunos casos son asesinadas y, en otros, se esconden, niegan su identidad de género, niegan su orientación sexual, se camuflan en la sociedad patriarcal-hetero-cisgénero normativa, esto implica que no pueden desarrollarse como quieren y desean, pero que tampoco pueden amar como desean y a quien desean, que su identidad y sexualidad debe seguir “en el closet”, porque, de lo contrario, “La guerra es una batalla que nos trastornó e invisibilizó”.

Otro de los retos que enfrenta el análisis del conflicto armado a través de las mujeres transgénero y lesbianas consiste en la carencia de información, lo más probable es que en los diferentes conflictos armados haya ocurrido violencia de género contra mujeres transgénero y lesbianas. Lo cierto es que a causa de la falta de registro y de la inexistencia de una variable de identidad de género y orientación sexual y de entender que, pese a que esta situación hace parte de una violencia estructural, también se debe comprender que a causa del conflicto armado se agudiza, no existe la posibilidad de hacer un análisis de lo ocurrido y ver los efectos, ni las vivencias de estas personas en los diferentes conflictos existentes.

Por otra parte, existen avances, tales como los informes que se han realizado en Colombia sobre personas LGBT y el conflicto armado, el informe que realizó la CIDH sobre violencia en las Américas en población LGBT o la inclusión de la población LGBT en el acuerdo final de paz de Colombia.