Presentación

Imaginamos el ocio como un breve respiro. En cambio, sus dimensiones son amplias: se desbordan tras un día laborioso, dan sentido al aburrimiento, impulsan la curiosidad y, quizá, idea que se atribuye a Jostein Gaarder, el ocio es también la madre de todos los vicios.

La crónica como antídoto nació de un programa que buscó vincular a las diversas comunidades que visitan el Centro Cultural Universitario Tlatelolco con el deleite de la lectura y la escritura, a través de un ciclo de clases magistrales y un concurso, cuyos ganadores y menciones honoríficas darían origen a una publicación literaria para ser gozada. En la primera edición recorrimos las supermanzanas de Tlatelolco; después, la calle como espacio de intercambios; en el tercer volumen exploramos la arquitectura como “si las piedras hablaran”. Para esta cuarta edición pensamos en la ciudad como un entramado de deseos y prácticas sociales donde el ocio juega un papel central para provocar experiencias culturales, forjar colectividades y detonar fenómenos urbanos.

Cafeterías, cines, bibliotecas, bares, talleres artesanales; estadios de futbol, campos de beisbol y conciertos masivos, así como espacios icónicos de la ciudad como Xochimilco y el Centro Histórico, son los escenarios de este compendio para deambular en ejercicio y defensa del derecho al tiempo libre. Si el ocio es la madre de todos los vicios, aquí queda constancia de que también lo es de la escritura y la creatividad. En estas 12 crónicas el ocio, más que un tema, es un antídoto.

Pensar vagabundo, dice Guillermo Fadanelli en su Elogio a la vagancia, es un medio de conocimiento: “Para fortuna de todos, el pensar vagabundo no se empeña en ser una autoridad en nada; en todo caso se conforma con imaginarse un mundo acorde a sus propios pasos”. Es en este caminar, acompañado o en solitario, que se forja el género de la crónica. Su objetivo —como nos recuerda Jezreel Salazar— es captar el presente y el flujo cambiante de la so­ciedad. “Una crónica —sostiene Pablo Espinosa— es el ejercicio de la interpretación, el diagnóstico del médico, la auscultación al mismo tiempo que el tratamiento.”

Pero ¿cómo se aprende crónica?, pregunta Georgina Hidalgo Vivas. La respuesta —explica la periodista— es muy sencilla: “leyendo mucho, de todo y a todas horas. ¿Cómo se escribe crónica? Ya lo dijimos: observando. Y agregaría: saliendo a las calles a pasear”.

Cada libro, dicen, tiene su propio destino. A pesar de la levedad de su línea temática, este volumen —quizás el último de la serie— sufrió sus propios infortunios: tanto el taller de escritura como su premiación se celebraron entre los estragos que provocó el sismo del 19 de septiembre de 2017 en la Ciudad de México, y su proceso de edición, por diversas causas, fue lento y fragmentado. Por ello, escribir esta presentación y reeler sus páginas es una bocanada de letras frescas donde reluce la fluidez de Leonardo Tarifeño —uno de los cómplices iniciales de este programa literario, experimentado cronista, jurado y tallerista de los ganadores de esta edición—, así como las visiones y ense­ñanzas de Jezreel Salazar, académico y cronista; Georgina Hidalgo Vivas, periodista de viajes; Pablo Espinosa, editor de la sección cultural de La Jornada, y Víctor Roura, periodista y escritor, quienes guiaron las clases magistrales de este cuarto ciclo.

Hace cinco años formamos Apartado Postal, el programa de fomento a la lectura del Centro Cultural Universitario Tlatelolco, con la intención de difundir y provocar el goce literario como un acto cotidiano, lúdico y reflexivo. Apostamos en ese andar por los géneros testimoniales: impulsamos talleres de escritura de cartas, erigimos un mirador de crónica y poesía para saborear cómo ha sido narrada nuestra ciudad y generamos concursos de creación literaria que han incitado la escritura a mano de cartas o bien el oficio de la crónica, uno de los géneros literarios y periodísticos más fascinantes por su carácter híbrido.

Cuatro publicaciones, más de cincuenta crónicas premiadas y casi dos mil asistentes a las clases magistrales impartidas por personalidades como Ángeles González Gamio, Héctor de Mauleón, Vicente Quirarte, Adolfo Castañón, Magali Tercero, J. M. Servín, Alejandro Almazán, Josefina Estrada, Emiliano Pérez Cruz, Daniela Rea e Ignacio Rodríguez Reyna —además de los antes mencionados— dan cuenta del poder y la efectividad de la crónica como antí­doto contra la indiferencia, el aburrimiento, el silencio y el olvido.

Apartado Postal
(Eunice Hernández, Ricardo Cardona y Miguel Santos)

Ciclo de clases magistrales