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Para tod@s aquell@s que todavía creemos en la política como una actividad noble y superior.

Prólogo

José Woldenberg



Inicio con una obviedad: hace tres o cuatro décadas a nadie se le hubiera ocurrido hacer un libro sobre la negociación política. No es que durante la larga etapa del “partido hegemónico” no existiera negociación en sus filas, sino que se realizaba en un formato opaco, vertical y con un “árbitro indiscutido”: el Presidente de la República. Fue el proceso democratizador que vivió México y que cristalizó en un Congreso en el que ninguna fuerza política, en singular, tiene mayoría absoluta de escaños, lo que impuso la necesidad de arduas y complejas negociaciones, si es que la diversidad de corrientes que habitan el Legislativo quieren hacer prosperar sus muy diferentes iniciativas.

Desde 1997 en la Cámara de Diputados y desde el 2000 en la de Senadores, todo lo que ha sido aprobado ha requerido de acuerdos capaces de forjar mayoría (absoluta o calificada, dependiendo del caso): desde la aprobación de las Reformas Constitucionales hasta la conformación de las diversas comisiones, desde transformaciones legales hasta la votación de la cuenta pública, pasando por la Ley de Ingresos o el Presupuesto de Egresos, todo ha tenido que ser hablado, pactado, negociado.

No resulta casual, entonces, que Humberto Aguilar Coronado, quien fuera Diputado Local y Federal, Senador de la República, representante del Partido de Acción Nacional (pan) en el Consejo General del Instituto Nacional Electoral (ine) y Subsecretario de Enlace Legislativo de la Secretaría de Gobernación, se haya dado a la tarea de escribir un breve tomo sobre la negociación política. La ha vivido, la ha ejercido y ahora, fruto de su experiencia y de la reflexión, nos presenta lo que yo llamaría una introducción al tema.

Por supuesto, lo primero que hace, en contra de una tradición muy arraigada en nuestro país y que de manera inercial observa a la negociación como sinónimo de transa, claudicación, compra-venta y otras lindezas, es reivindicarla como un instrumento inmejorable para acercar a las distintas fuerzas políticas, para forjar acuerdos, para trascender los “pantanos”, en una palabra, para construir políticas con una base social ampliada. Y en situaciones, como la mexicana, en que ningún partido político por sí solo cuenta con los votos suficientes en el Congreso para hacer su simple voluntad, resulta la única herramienta posible para construir la mayoría necesaria, ya sea para aprobar un cambio legislativo o hacer avanzar cualquier iniciativa.

Humberto Aguilar Coronado inicia con una recapitulación conceptual. Explica lo que debemos entender por política, Estado, ética, lógica y acción en la política, y de ahí desprende la necesidad del diálogo. No obstante, quizá el problema mayor de la política, en un contexto plural de partidos y corrientes político-ideológicas, es que no existe una sola lógica en el escenario; precisamente el grado de dificultad de la política tiene que ver con esas lógicas en ocasiones enfrentadas. Aunque este no es exactamente el enfoque de Aguilar Coronado, pero vale la pena subrayarlo porque son las lógicas divergentes las que requieren concertación y, al mismo tiempo, las que la hacen difícil.

Con paciencia de profesor, Humberto Aguilar Coronado explica lo que es la negociación, los tipos, y el proceso que la hace posible, también se detiene a desmenuzar las fases por las que transcurre y el por qué resulta necesaria. Y si bien en un exceso —para mí— llega a asegurar que “en la política todo es negociable”, luego él mismo se encarga de establecer que existen límites éticos y normativos que tienden a forjar los marcos en los que la negociación se vuelve posible y deseable.

Resulta más que pertinente y convincente cuando nos informa de la negociación como una palanca poderosa “para resolver conflictos, para sacar adelante las reformas a las leyes que se requieren en el Congreso, para establecer las políticas públicas a implementarse…”, y nos alerta para pensar en los diagnósticos y propuestas de nuestros interlocutores, única forma de trascender una mecánica de “juego suma cero”, aquel en el que lo que uno gana el otro lo pierde. Por el contrario, la auténtica negociación es un “juego” colaborativo en el cual todos pueden y deben “ganar”.

Nos recuerda lo que en México fueron las famosas “concertacesiones”, fórmulas que en su momento sirvieron para desmontar fuertes conflictos postelectorales, pero que acababan por erosionar aún más a las instituciones electorales, porque no sólo se realizaban al margen de ellas, sino “zanjando” los desencuentros más allá de las normas. En contraste, hoy podemos observar negociaciones que se llevan a cabo en un determinado marco institucional y normativo y que resultan legítimas precisamente porque no desgastan, sino fortalecen, al entramado institucional democrático.

Pero negociar no es una tarea sencilla. En primer lugar, porque la negociación se hace normalmente entre agentes que tienen diferentes diagnósticos y propuestas. Las ideologías, los factores de poder, las coyunturas electorales, la exposición pública o su contrario, la opacidad, el comportamiento de los medios de comunicación o las redes, todo ello y más, puede incidir a favor o en contra de los procesos de acercamiento y acuerdo. Por ello, explotando su experiencia, Humberto Aguilar Coronado hace una serie de recomendaciones que no están de más, por el contrario, ayudan a pensar de manera sistemática las “variables” que pueden e inciden en los procesos de negociación.

Me hubiera gustado que se extendiera un poco más en lo que él mismo llama “tipos de negociadores” porque en efecto, los hay para todos gustos y sabores. No es lo mismo intentar un acuerdo con un hombre necio y soberbio que con una persona flexible y proclive a entender las necesidades del otro. Pero en fin… para el siguiente tomo.

Al final, nos ilustra con tres casos elocuentes: las negociaciones del Presupuesto de Egresos de la Federación, los acuerdos sucesivos que forjaron el Pacto por México y la Renegociación, obligada y en curso, del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Canadá y México.

Termino: México vive una nueva fase de su historia política. Una etapa marcada por la necesidad de negociaciones sucesivas si la política quiere resultar productiva. En buena hora el país dejó atrás la larga etapa en la que una voz ordenaba y las demás acataban. Hoy el pluralismo político equilibrado se recrea en las instituciones de la República. Y qué bueno que así sea. Pero para hacer que resulte provechoso, se requieren los acuerdos entre fuerzas políticas en principio distintas y quizá distantes. Y para llegar a esos acuerdos no se conocen más que las artes de la política, entre las que destaca, sin duda, la negociación.

Introducción



Los extremos, por razones diferentes, olvidaron al hombre y han esclavizado, encarcelado, matado, hambreado, humillado, empobrecido y vulnerado a decenas de millones de seres humanos. Son esos seres humanos los que, de Siberia a la Sierra de Puebla; de Sarajevo a Ometepec; de Somalia a
Ciu
dad Nezahualcóyotl; de Palestina a los Cárpatos; de la Sierra Tarahumara a Calcuta; no quieren más caudillos ni vanguardias, no quieren redentores terrestres, no quieren que nadie venga a hacerles lo que suponen que es su bien sin preguntárselo a ellos mismos y sin respetarlos.

Carlos Castillo Peraza



El presente libro nos confirma la necesidad de que en una democracia participativa, para que se conserve la gobernabilidad democrática, es necesaria una acción política que se realice todos los días entre gobernantes, legisladores, partidos políticos, organizaciones sociales y ciudadanos: la negociación política.

Algunos autores sostienen que, dentro de la comunidad en la que el ser humano se desarrolla, se negocia todos los días; pero el término ha sido utilizado más bien para describir la actividad comercial o de relaciones humanas que indiscutiblemente realizamos a diario.

Sin embargo, el trabajo aquí presentado se centra en entender que en el campo de la política, dentro de la democracia, existe una actividad que también se realiza todos los días entre diversos actores para, por lo menos en el discurso, buscar que las decisiones que se toman para generar políticas públicas y bienestar a la sociedad gobernada, tienen el mayor consenso posible.

Constantemente se cuestionan y se discuten las decisiones que anteriormente han sido tomadas por la autoridad; se juzga el apoyo que a ella han dado las principales fuerzas políticas representadas por los partidos y sus grupos parlamentarios, y se cuestiona la legitimidad de las mismas por los ciudadanos sin conocer todo el proceso que se realizó para llegar a la decisión tomada.

Es precisamente ese proceso, llevado a cabo antes de dar a conocer o tomar la decisión correspondiente, el que denominamos negociación política: un proceso compartido entre la mayoría y las minorías que conlleva una actividad, en el cual el diálogo en la pluralidad, el respeto al adversario y la necesidad de la solución adecuada exigen el acuerdo.

La metodología que se utilizó para abordar la negociación política como una acción necesaria que se desarrolla dentro de una democracia fue, en primer lugar, la lectura y estudio de la bibliografía, adicional a mis puntos de vista y mi formación relacionada con diversos temas, que ha incluido el estudio doctrinario de, entre otros autores, Sabine, Bobbio, y Maquiavelo para el caso de la teoría política y la ética; de Márquez Muro y Gutiérrez Sáenz para lo relativo a la lógica; Krauze y Castillo Peraza para el asunto democrático; y Cohen, Ury y Borreguero para lo referente a negociación.

Además, se estudiaron diversos artículos, informes y opiniones relativos a los temas involucrados que permitieron detectar y plasmar citas relevantes que aportan al objetivo y fin de esta publicación.

Una vez explorados y descritos los conceptos, se procedió a aventurar en la definición de negociación política que, por otra parte, fue complicado encontrar dentro de la literatura existente, y que pretende abonar a la noción de que en política todo es negociable y que resulta más eficiente para el fortalecimiento de la democracia su comprensión y su realización.

Por todo esto, en el capítulo uno se realizó una investigación de lo que diversos autores conciben como política, encontrando en todos ellos una constante que nos lleva a concluir que es una actividad que se realiza entre seres humanos para buscar el poder y desde ahí generar beneficios públicos.

Por ello, en el mismo capítulo se desarrolló la investigación de tres aspectos fundamentales para su hacer en democracia: por una parte, la ética política, que nos lleva a entender el comportamiento de algunos políticos; por otra, la lógica política, que en muchos casos es la menos utilizada, pero que se requiere para poder gobernar; y, por último, la necesidad de la acción política, es decir, cómo trasladar el pensamiento al hecho concreto, a la decisión diaria en la generación de bie­nestar ciudadano.

Para darle un hilo conductor, se explica la necesidad del diálogo en la política como un elemento fundamental de entendimiento, de acercamiento entre las partes y de posibilidad de propuesta para la búsqueda del acuerdo.

En el capítulo dos, al abordar el tema de la negociación, se citan varias definiciones que los clásicos han manejado desde hace muchos años; se define el proceso de negociación y se plantea la necesidad de utilizar la negociación cuando se quiere generar consenso e impactar en las leyes o políticas públicas que, por lo menos en la teoría, beneficiarán a los gobernados.

En el capítulo tres se describe la negociación política como tal, así como los factores que hacen de ella una acción singular: factores ideológicos, que pueden llevar el proceso a un alargamiento, sin razón, con tal de defender posiciones que frente al hecho político concreto pueden carecer de sentido; factores de poder, que en un principio pueden suponer dominación de las minorías frente a las mayorías o subordinación hacia aquel que detenta momentáneamente el poder, pero que en realidad, en el comportamiento actual es distinto; factores electorales, que pueden condicionar el resultado del proceso de negociación por una problemática anterior o por una expectativa numérica y de cambio político; factores de transparencia, que pueden impactar en la negociación para descarrilar el proceso, para alargarlo o para desacreditar al negociador o a los negociadores; y factores externos, como el plan de medios y redes sociales que pueden fortalecer la negociación en sí, como herramientas de interacción con los públicos de interés, o debilitarla. Asimismo, para cerrar este capítulo, se describen las estrategias y tácticas más utilizadas en la negociación, con la finalidad de identificarlas y accionar oportunamente hacia resultados satisfactorios.

En el capítulo cuatro se exponen casos que ejemplifican claramente los procesos de negociación requeridos para sacar adelante un objetivo planteado con anterioridad. En uno de los casos, en donde uno se repite año con año, con sus diferencias naturales debido a la conformación política y plural del Congreso mexicano; y, en otro, como caso aislado pero que representó un ejercicio fundamental para avanzar en la legislación de temas que desde hacía muchos años se requerían pero que la falta de voluntad política había imposibilitado materializar.