INTRODUCCIÓN

El novelar como acto amoroso

ESTAS QUE LEERÁS AHORA, FINÍSIMO LECTOR, DOS NOVELAS A MARCIA LEONARDA, PRODUCTO SON DEL AMOR Y LA LOCURA. Son altísimas representantes de ese magnífico monumento de la literatura española: los Siglos de Oro. Y en particular, ejemplo son de la lúcida cumbre barroca. Lope de Vega, su autor, es, como sabemos todos, una de las banderas no sólo de la dramaturgia de su tiempo, sino de la literatura universal. ¿Por qué, nos preguntamos, desvía su quehacer primordial hacia el acto de novelar? Por amor es la respuesta; por un no muy puro y complejo amor dejará un momento la escena y se pondrá a urdir tramas novelescas.

Marcia Leonarda es el disfraz literario de su amada Marta de Nevares, joven casada que despierta sus pasiones de hombre que ya rebasa los cincuenta y está estrenando los hábitos sagrados. Todo en la vida de Lope corre por los vericuetos enloquecidos de la gesta barroca. Estas novelas son un claro ejemplo de la trama que urden sus caminos literarios y vitales: la literatura se hace por un capricho vital y la vida se vive como página literaria. Su amada le pide que novele y novela. Llena páginas y páginas como una prueba deamor, una caricia verbal, un arrebato del sentimiento. Más que novelas son un coloquio amoroso, una plática íntima, un diálogo entre el amante y la amada. En algunos momentos nos da vergüenza acercarnos a estos escritos porque sentimos que estamos invadiendo una zona privada. Jamás el lector ha jugado el papel de mirón tan descarnadamente como en las obras que ahora enfrentaremos.

El dulce y arduo mester de novelar

Confiesa Lope que él no está hecho para eso del novelar; su oficio es otro y su amada lo sabe. ¿Por qué, entonces, se lo pide? ¿Simple capricho? ¿Desafío? ¿Confianza en la genialidad del Fénix de los Ingenios? Jamás podremos responder certeramente, pero el hecho es que las novelas fueron escritas y ahí están para regocijo de la literatura española. Este género literario estaba naciendo y correspondía más a la sensibilidad de italianos y franceses, según el propio Lope. Es en este sentido una aventura para el genio español y como tal la emprende: una aventura amorosa y literaria. Novella quiere decir en italiano novedad y de esa manera la aprehende Lope, quien reconoce a Cervantes como iniciador del género en lengua española con sus Novelas ejemplares.

Actualmente este género se definiría como novela corta o noveleta, aunque sería muy difícil encasillar genéricamente estas páginas narrativas de Lope. La función primordial en ellas es narrar, pero también reflexionar, poetizar e incluso teatralizar. Por lo tanto los géneros en ella se enredan, se confunden, se enamoran unos a otros. Son obra novelística, pero también ensayística, poética y teatral, por hablar sólo de los géneros mayores; pues estos textos son, además, metaficción, teoría literaria o novela epistolar.

La verdadera historia de lo verosímil

Una primera impresión en la lectura de estas novelas nos puede dejar la imagen de textos enfebrecidos; sin pies ni cabeza. Y nada hay más lejano a su realidad profunda. Son éstas las páginas más coherentes y organizadas que pueda haber en el oficio literario. Todos sus elementos internos cumplen una función precisa y necesaria. El tono es desenfadado porque enfrentamos un diálogo amoroso entre el escritor y el lector; entre el emisor y el receptor; entre Lope y Marcia; entre un hombre y una mujer apasionados.

El discurso literario transita entre la más común oralidad y la más sofisticada escritura. El proceso vital se enreda en el proceso literario y nada existe que pueda separarlos. Esta situación inicial permite que las voces discurran libremente: divaguen, se encuentren, se distorsionen. No se está frente a la tarea definida y recta de narrar simplemente, sino frente al requiebro amoroso, el deseo de agradar, el gusto por entretener, el alardear como pavo real que extiende sus galas literarias. El discurso narrativo se subordina a otro tipo de discurso y por eso tiene la libertad de divagar, perderse y reencontrarse tan fresco y sereno. Pedirle linealidad y coherencia lógica a este discurso sería como pedirle al pensamiento mismo que fuera tanto recto como medido.

Las anécdotas narradas son de tan gran desmesura como la propia vida que respira el hombre del barroco. El engaño, la mentira, el loco amor, los celos, el juego de apariencias, la vitalidad desbocada y mil temas de la época transitan por estas páginas. Y para asimilarlas se tienen que observar en su propio contexto. No es lo mismo la lógica aristotélica que la lógica barroca. Este ser español del siglo XVII escribe sus propias reglas de acción en los textos barrocos. No tendremos que buscar la verdad sino la verosimilitud en sus escritos. El barroco parte de la premisa de que la escritura es un artificio; es decir, expresión artística de la realidad: visión subjetiva del mundo objetivo. Los barrocos no le dicen al pan, pan; ni al vino, vino; metaforizan lo que ven y tocan; lo hiperbolizan. Quiere esto decir que de un ente real hacen un ente artístico. Su verdad no depende de la lógica externa sino de una lógica interna y por eso las acciones de los personajes no tienen que ser reales sino simplemente verosímiles.

Nos acercaremos un poco a dos de las novelas que forman lo que Lope llamó sus Novelas a Marcia Leonarda. Juntas forman una imagen muy certera de los contrastes barrocos: son el claroscuro de la literatura del XVII español. Clara, optimista y de final feliz es una; y oscura, pesimista y de trágico final, la otra. Aunque esto sólo en primera instancia es cierto, pues cada una de ellas guarda en sí misma coloraciones claras y oscuras. Adentrarse en el laberinto barroco significará siempre afirmar algo para contradecirlo un poco más adelante. Afirmación y negación son los pasos obligados de la dialéctica barroca.

Las fortunas de Diana”
o las venturas y desventuras del amor

La acción se desarrolla en Toledo. Tres personajes establecen el arranque de la trama: Otavio, Celio y Diana. Ellos son amigos. Otavio y Diana son hermanos. Celio y Diana se convertirán en amantes. Con este esquema simple va a desatar Lope todo un ajedrez de acciones y reacciones; de búsquedas y equívocos; encuentros y desencuentros. La acción central se bifurca primero y más tarde se hace triple. Los caminos se entrecruzan. Se viven tiempos cronológicos o tiempos simultáneos. La voluntad o el destino de los personajes se mueven indistintamente. Diana y Celio en un momento son pastores que lloran las penas de amor cada uno por su lado y al momento siguiente se convierten en actores de la novela de aventuras más arrebatada y compleja. Diana termina por ser el eje central. Es ella la que se enamora, se embaraza, cree huir con Celio pero se equivoca y tiene que huir sola, tiene a su hijo, lo deja encargado, se disfrazade hombre, se enamora de ella otra mujer, se va con un duque, sirve al rey católico, la nombran virrey, libera a su amado de la cárcel, se casa con él, recupera a su hijo y es finalmente feliz. Todo esto pasa, y mucho más en las historias secundarias que aquí no vamos a contar, dentro de las no muy abundantes páginas de la novela. Y nos permitimos hacer este recuento de la trama principal para darnos una idea de lo XII complejo del mundo desarrollado en la mente de un escritor barroco de la talla de Lope. Este recuento no afecta en absoluto la lectura de la obra, pues lo fundamental en ella no radica en el qué pasa, sino en el cómo pasa. Nuestro proceder en la lectura no avanza con la pregunta, ¿y luego... y luego? de las narraciones infantiles; sino en una sucesión de, ¿cómo... de veras? Y de admiración tras admiración frente a lo insólito. Seguramente Marta de Nevares aprendió y se divirtió a raudales con esta novela hecha a la medida de su capricho.

“La prudente venganza”
o los trágicos enredos de la pasión

Sevilla y Madrid son los escenarios principales para esta historia de amor y muerte. Quizá aquí los hilos externos de la trama son menos complejos, pero las complejidades de las pasiones de los personajes son casi infinitas. El amor, la casualidad, el engaño, los celos, la muerte, todo se combina para crear la imagen de un mundo oscuro y complejo. Pero la historia, trágica en esencia, no tiene un tono tal, pues finalmente es festiva y divertida o por menos decir, entretenida. Lisardo y Laura están enamorados, pero por las vueltas del destino, él se tiene que ir a las Indias. Después de un tiempo engañan a Laura diciéndole que Lisardo se casó. Ella sufre aunque finalmente se casa con quien no ama. Cuando el amado regresa su amor es ya socialmente imposible. El amor es más fuerte y terminan siendo amantes. Marcelo, el marido, se entera del engaño. Urde una intriga para que un criado mate a Laura. Lo que tiene que salvarse ante todo es la honra y por lo tanto mata al criado y a otros dos testigos. Finalmente Marcelo mata a Lisardo en el agua, se diría que limpiamente.

Estas acciones aberrantes frente a nuestros ojos, no lo son tanto frente a la sociedad del momento. Recuérdese que la honra es un valor social que hay que defender por sobre todas las cosas. Marcelo fue ofendido y se permite tomar esta “prudente venganza”. No hubo escándalos, no hubo afrentas mayores y socialmente todo está en calma. En la moral del siglo xvn lo social puede muchas veces superponerse a lo individual. Lo interesante para nosotros lectores del siglo xxi es que el artista Lope no califica moralmente las acciones, sencillamente las presenta, las recrea, se regodea en sus incongruencias y contradicciones, y todo en pos del entretenimiento de su amada quien finalmente también tendrá un fin trágico: se queda viuda, pierde la vista primero y después la razón; muere en 1632. Muere Marta de Nevares pero Mar cia Leonarda vive para siempre en las novelas de un alucinado dramaturgo que escribió, según cuenta la fábula, más de mil comedias y no sólo para el aprendizaje y entretenimiento de una mujer: la amada en turno.

Juan Coronado

LAS FORTUNAS DE DIANA

A la señora Marcia Leonardo

NO HE DEJADO DE OBEDECER A VUESTRA MERCED POR INGRATITUD, SINO POR TEMOR DE NO ACERTAR A SERVIRLA: PORQUE mandarme que escriba una novela ha sido novedad para mí, que aunque es verdad que en el Arcadia y Peregrino hay alguna parte de este género y estilo, más usado de italianos y franceses que de españoles, con todo eso, es grande la diferencia y más humilde el modo. En tiempo menos discreto que el de agora, aunque de más hombres sabios, llamaban a las novelas “cuentos”. Éstos se sabían de memoria, y nunca, que yo me acuerde, los vi escritos, porque se reducían sus fábulas a una manera de libros que parecían historias y se llamaban en lenguaje puro castellano “caballerías”, como si dijésemos: “Hechos grandes de caballeros valerosos”. Fueron en esto los españoles ingeniosísimos, porque en la invención ninguna nación del mundo les ha hecho ventaja, como se ve en tantos Esplandianes, Febos, Palme riñes, Lisuartes, Florambelos, Esferamundos y el celebrado Amadís, padre de toda esta máquina, que compuso una dama portuguesa. El Boyardo, el Ariosto y otros siguieron este género, si bien en verso; y aunque en España también se intenta, por no dejar de intentarlo todo, también hay libros de novelas, de ellas traducidas de italianos y de ellas propias, en que no le faltó gracia y estilo a Miguel Cervantes. Confieso que son libros de grande entretenimiento y que podrían ser ejemplares, como algunas de las Historias trágicas del Bandelo, pero habían de escribirlos hombres científicos o por lo menos grandes cortesanos, gente que halla en los desengaños notables sentencias y aforismos. Yo, que nunca pensé que el novelar entrara en mi pensamiento, me veo embarazado entre su gusto de vuestra merced y mi obediencia; pero por no faltar a la obligación, y porque no parezca negligencia, habiendo hallado tantas invenciones para mil comedias, con su buena licencia de los que las escriben, serviré a vuestra merced con ésta, que por lo menos yo sé que no la ha oído ni es traducida de otra lengua, diciendo así: